Charlamos con Paco Gámez, «uno de Jaén que hacía teatro desde pequeño, que se fue a Sevilla a estudiar Arte Dramático para eso de ser actor, y sin darse cuenta se metió en lo de la dramaturgia y le dijeron “sigue por ahí” y ahora, saltando de una parcela a otra, empieza a dirigir y es feliz con todo esto.»
Un gustazo charlar contigo, Paco. Gracias por Zentrarte con nosotras.
Si el público es un monstruo de mil cabezas ¿el dramaturgo también tiene que serlo para poder llegar a todos?
Yo creo que el público como masa tiene mil cabezas, pero fijándote bien, son muchos monstruitos monocéfalos sentados juntos. Luchar contra el todo es imposible, pero conquistar de uno a uno es más fácil. Yo cuando escribo pienso en contar la historia
a uno solo, a uno como yo. Me cuento la historia a mí e intento que me guste y si no me toca, borro y reescribo. Creo que la escritura, incluso la teatral es un acto íntimo, y si es honesta con uno mismo, puede servir para otro, entrar en su intimidad… Al final todos los monstruitos nos parecemos.
El primer crítico de nuestro trabajo artístico debe ser uno mismo. Esta máxima tan repetida ¿la crees verdad? Quiero decir, ¿crees que el propio artista es capaz de juzgar de manera objetiva su trabajo? ¿Qué papel juega el ego en todo esto?
En el proceso de escritura intento no juzgar mi trabajo. A veces tecleo sin corregir, sin mirar atrás, a veces escribo medio dormido para que no se active el censor, a veces intento seguir sin recular, aunque el Word subraye palabras en rojo… Una vez el material ha volado, entonces puede entrar el editor feroz y la autocrítica… es solo entonces cuando imprimo el texto y me enfrento a mí mismo haciendo de “lector cabrón”. Pero eso solo llega después de toda la creación.
El ego duele casi siempre.
Me gustaría que nos contaras un poco sobre Inquilino y Katana. Teatro social y Teatro Documento. ¿Cómo de necesarios son estos dos géneros en el momento actual?
Yo llego a los social y a lo documental por las fábulas que quería contar y no por el estilo teatral. Me interesan las historias y actualmente hay muchos sitios y muchas realidades a las que volver la mirada, algunas propias y otras ajenas. No me interesa mucho el teatro burgués, ni la clase burguesa, ni sus problemas y eso me lleva a explorar situaciones de injusticia y las grietas de nuestro sistema, del presente y del pasado reciente, que dan luz a quienes somos en el fondo. Esas dos piezas tienen mucho de realidad, pero también tienen mucho de poético e imaginado. Después de esas piezas me he adentrado más en el teatro documento más bruto, con “Solo críos/críos solos” he trabajado con menores migrantes reales y tomo sus palabras porque me parece que es importante conocer quiénes son y qué les pasa aquí desde su voz propia.
¿Cuáles son tus referentes? Si los hubiera…
Me gusta mucho el teatro inglés, el “in-yer-face” theatre. Me interesa el trabajo de autores vivos españoles como Sergio Martínez Vila, María Velasco… Podría nombrar docenas. Me encanta ver teatro más moderno que no se apoya en el texto. Releo a Valle, Büchner… Me gustan muchas cosas y tengo muchos referentes… También son referentes míos, aunque no son escritores, mi madre y el perro de mi novia.
Premio Calderón de la Barca, Premio Jesús Campos de la Asociación de Autoras/es de Teatro, Finalista de los Max al Mejor Autor Revelación, LAM de la SGAE, Premio SGAE de Teatro Infantil, Premio Jesús Domínguez… Paco, vamos a tope, ¿no?
Los premios dependen de que el texto se encuentre con el jurado que lo aprecie y lo entienda, y creo que he tenido mucha suerte con eso. A veces, presentar un texto a un premio es la única forma de que esa obra tenga alguna visibilidad y pueda llegar a convertirse en espectáculo. También es una de las pocas vías de ver nuestro trabajo remunerado. He concursado mucho, me gustaba tener cada año un texto como un caballo de carreras y poner las esperanzas en él.
Para terminar te proponemos un juego: tienes que sacar un personaje teatral de su obra y meterlo en otra, sin cambiar sus características ni su historia personal ¿A quién, dónde y por qué? Y sobre todo, ¿cuál sería el resultado?
Me gustaría meter en un ring a Angélica Liddell y a Mayorga y ver como el salvajismo lucha contra la razón, como el grito se enfrenta a la filosofía. Ya sé que no son personajes en sí, (o quizás sí) pero ver a Angélica en Hamelin o en El chico de la última fila me hace sonreír. Tampoco estaría mal ver a la Tortuga de Darwin, por ejemplo, intentando ser escuchada por la performer. La idea de todo esto viene de que sé que los dos iban juntos a clases de escritura con Marco Antonio de la Parra. Solo imaginarlos en mesas contiguas me pone.
Vayan al Teatro, Zéntrense